Es la época del primado del Poder y de la renegación del envejecimiento y de la muerte. Se enmascara la muerte, el paso de los años, porque es tabú.
¡Ah, Muerte!, eterna enamorada, ¿cuándo no fuiste un tabú? Lo que es posible que pase, es que ahora, como nunca antes, estamos casi convencidos de poder vencerla. Para ello, claro, para vencerla o doblegarla o hacerla desaparecer, hay antes que considerarla un enemigo, y eso es cosa que yo jamás supe hacer. Antes o después, de modo más o menos anticipado, yo agradeceré su mano extendida y la tomaré para viajar a donde sea que me lleve. No creo que vayamos muy lejos; de seguro, no más allá del barro. Pero de evitarla, ¿a cuántos queridos debiera ver yo marcharse sin poder nunca viajar con ellos a donde sea que vayan? La desnarigadita, sin prometernos nada, nos consuela nomás con pensar que iremos allá donde estén nuestros queridos idos; pero antes bien, se fundamenta solita al hacer un espacio pa' que lo ocupe otro. Porque si no muriésemos, no entraríamos todos aquí, y si no entrásemos, ¿a cuántos negaríamos la vida por seguir nosotros emperrados en ella? Morir puede ser también un acto de amor.
No comparto la opinión de que sólo se puede vivir en la nostalgia del pasado, o del futuro que aquel pasado parecía prometer... Eso sería negar el presente que es, en la práctica, lo único que poseemos.
No, no, claro que no. Vivir adherido al pasado es una contradicción en los términos de vida. La vida es mudanza, es camino abierto, es seguir adelante; purita proyección y ganas. Como en todo pues, ha de primar el equilibrio; ni tan calvo ni con dos pelucas. Hay que vivir hoy, a sabiendas de que de seguir, llegará un mañana fundado mayoritariamente en el ayer. Somos resultado, permanente resultado de nuestros actos del pasado.
Por otra parte, ¿cabrá hablar de un pasado? Porque en mi caso, que soy de dorarle la píldora a la nostalgia, dependerá de cómo mire y desde dónde mire un hecho de mi ayer para comprenderlo o interpretarlo de una u otra manera. Un simple y romo "¡Qué lo parió, si habrá sido lindo; si chupaba como una esponja y me reía a carcajadas!", puede devenir en un juicio contradictorio al primer achaque del hígado: "¡Oh Mores!, haberme dejado chupar tanto y ahora, verme así, tan retorcido en dolores!".
|